lunes, 25 de mayo de 2009

El insomnio de Fitzgerald

Fue un fin de semana interesante, hubo mucha fiesta, buena fiesta pero también momentos bien personales.
Yo tengo la costumbre de no fumar mes y medio y luego darme chance dos semanas, en mi mente enferma esto implica que no me haga adicta al cigarro pero no caer en el absolutismo de NUNCA MÁS VOY A FUMAR que me parce del todo terrible.
El sábado se cumplía ya el mes y medio ( la verdad lo adelanté un día) y aproveché la oportunidad para estrenar la boquilla que me regaló mi papá. Un fin que fui a Cuerna a ver a mi familia llegué y en la mesa del comedor había un chorro de cosas, como antigüedades y madrecitas como souvenires que le encantaban a mi abuela, por que bueno, resulta que todas esas cosas son las que le habían tocado a mi papá cuándo empezaron a guardar su casa, entonces mi papá me dijo: Escoge lo que quieras.
Habia como un juego de tacitas bien chistoso, bien chiquito, y luego había algo que según yo era un hitter muy elegante, de marfil que al final tenía como latón grabado. Y dije: ese!
Mis papás se sacaron todos de onda, y me dijeron, neta ese??? por que pues como fumo tan poquito pues la neta no le vieron sentido que lo escogiera, pero fui firme en mi decisión.
Cuando subí a mi cuarto para ver como se le metía el mmmjm... tabaco... cuál no fue mi emoción cuando vi que tenía un orificio circular y me di cuenta que en realidad lo que tenía en mis manos no era un hitter si una boquilla! Aparato altamente elegante y objeto de mi deseo desde que tengo memoria!
Pero todavía no cumplía el mes y medio y esperaba con ansias que llegara el momento de poner el marfil en mis labios.
Ya el sábado faltaba tan sólo un día para cumplir la fecha, pero con esto de que los de cablevisión no llegaban y luego hablaron para decirme que se iban a tardar dos horas más en llegar, me salí de mi casa para desestresarme y fui a la glorietita que me queda ahí cerca y que tiene una fuentecita, entonces saqué a Fitzgerald y a la boquilla, prendí mi cigarro y me quedé viendo el agua. En eso me puse a pensar que de esa misma boquilla mi abuelita había fumado inumerables cigarros y que por un momento era como si fuéramos la misma persona con una acción sobrepuesta en diferentes tiempos y como un objeto puede conectar a dos personas. Y se me empezaron a salir las lagrimas por que de verdad extraño mucho mucho a mi abuelita, pero luego me sentí muy ridícula llorando sola en un parque mal fumando un marlboro con una boquilla, pero fue un momento muy catártico que sé que de cierta forma me conectó con uno de mis seres más queridos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario