lunes, 14 de septiembre de 2009

El eterno retorno

Dices: "Iré a otras tierras, a otros mares.
Buscaré una ciudad mejor que ésta
en la que mis afanes no se cumplieron nunca,
frío sepulcro de mi sentimiento.
¿Hasta cuándo errará mi alma en este laberinto?
Mire hacia donde mire, sólo veo
la negra ruina de mi vida,
tiempo ya consumido que aquí desperdicié."
No existen para ti otras tierras, otros mares.
Esta ciudad irá donde tu vayas.
Recorrerás las mismas calles siempre. En el mismo arrabal te harás viejo.
Irás encaneciendo en idéntica casa.
Nunca abandonarás esta ciudad. Ya para ti no hay otra,
Ni barcos, ni caminos que te libren de ella.
Porque no sólo aquí perdiste tú la vida:
En todo el mundo la desbarataste.
Este poema sale en el libro que estoy leyendo hoy día, El embrujo de Shangai de Juan Marsé, y al igual que el personaje que se topa con estas líneas al caer azarosamente un libro; yo lo encuentro justo ahora que estoy perdida.
Poco a poco las cosas vuelven a estar en su lugar, veo retazos de paz que vuelven a formar figura, me descubro entre neblinas y veo que nunca me perdí. No puedo seguir huyendo, a lo que le temo no lo achica la geografía. Pensar que las cosas van a ser mejores en otro lugar es del todo ilusorio y peca de ingenuo. Creo que las cosas se tienen que resolver de cara, en caliente y sin miedo y en esas estoy. Y creo que voy bien, depuré ciertas cosas y creo que en esencia sigo igual pero creciendo. Es ese dolor de huesos que despertaba en las noches pero que nada más dura un ratito.
En fin, ya me puse de hueva.
Besos

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